El caso de denuncias de abuso sexual en una escuela primaria en Ray�n pone los pelos de punta y nos orilla a pensar en lo que hacemos como sociedad con las mentes y almas de los peque�os, que est�n completamente vulnerables y bajo el cuidado de los adultos.
Este asunto tiene muchos de los componentes que los psiquiatras que estudian la violencia identifican en los abusadores y en las v�ctimas, solo que esta vez se trata de ni�os, todos ellos.
Resulta que padres de familia vieron en redes sociales un video que conten�a el abuso de un chico en los ba�os de la escuela, acudieron a las autoridades del plantel y no consiguieron m�s que una palmada en la espalda.
Luego, el asunto deriv� en amenazas y hasta enfrentamientos entre padres. Las autoridades solo intervinieron luego de las publicaciones en medios de comunicaci�n.
Por una parte, los excesos de los presuntos abusadores crecieron porque hubo impunidad, hasta el punto en que creyeron que subir el video de su �ltima fechor�a a redes sociales no ser�a un problema.
Eso habla de la inacci�n de las autoridades escolares y de lo deficientes que est�n sus filtros, revisiones y hasta protocolos de atenci�n a los ni�os, lo que llev� a impunidad y a que el problema creciera.
Incluso, hay que decirlo, la autoridad en la escuela se content� en inicio con una suspensi�n simple y ya. Fue hasta que el caso empez� a ventilarse en medios de comunicaci�n que las autoridades en conjunto decidieron intervenir y, suponemos, directivos y maestros tendr�n alguna reprimenda, pues evidentemente no se percataron de lo que ocurr�a en el plantel, por lo visto, abiertamente. Se mostraron negligentes, por decir lo menos.
Ahora, habr� que esperar el resultado de las investigaciones, que tanto los agresores como las v�ctimas reciban tratamiento, que los mecanismos anunciados por Seduc funcionen como se espera y que, sobre todo, nos sirva a todos para entender que algo no estamos haciendo bien como sociedad cuando casos como este ocurren cada vez con m�s frecuencia.
Baste fijarnos en c�mo ha crecido la cifra de menores en conflicto con la ley -como ahora les llaman- para darse cuenta de que muchas cosas est�n mal en esta sociedad, en nuestro sistema de convivencia y en la forma en la que tratamos a nuestros chicos.