Vaya que se puso muy complicado el ambiente político en las horas recientes y bien dicen que a río revuelto, ganancia de pescador. O al menos eso debe haber pensado Juan Zepeda.
Lo cierto es que ya hace algunos meses se esperaba que hiciera aparición en la escena pública, como aspirante a la gubernatura por Movimiento Ciudadano.
Tiene algunos años que se unió a ese partido y dejó el PRD -por el que fue candidato a gobernador hace seis años- venía calentando motores.
Se decía de todo, desde que andaba repartiendo candidaturas y recursos para campañas municipales hasta que estaba aliado con uno u otro bando a las calladas.
A la mera hora parece que ni el capital político ni el económico le da para integrarse a un proceso electoral que ya va muy adelantado.
Sin embargo, al irse por la puerta de atrás decide dinamitarlo, quien sabe por qué motivo o con qué intención, pero de muy malos modos.
La cosa es simple. Todo lo que dijo ayer y lo que incluía el comunicado que su partido emitió son acusaciones y señalamientos sin sustento alguno. Se le olvida que el que acusa tiene que probar.
El amigo Zepeda ha de haber pensado que ésta era una excelente manera de dejar huella y salir por la puerta grande. Qué triste forma de dejar la contienda sin haber siquiera entrado.
Pero sobre todo? Que irresponsable al hablar así, a la ligera, de asintos tan delicados.
Y luego tenemos al diputado Enrique Vargas, vociferando para quien quiera escucharlo, amenazante, desafiante, como si de verdad el triunfo o fracaso de la Alianza Va Por el Estado de México de él dependiera.
Como a su partido, por sí solo, no le alcanzó para asegurarse un lugar en la mesa de la Jucopo, pretende arrebatarlo.
No se lo dan y anda por ahí diciéndole a todo mundo que se va a tirar a la hamaca los siguientes meses porque la elección está arreglada.
Francamente triste escucharlo ir y venir tan abiertamente de una postura a otra completamente contraria según soplen los vientos a su favor o en contra. Y luego lo veremos aplaudir y hacer campaña como si nada.
Si quiere un lugar en la mesa, debería trabajar por él, que su partido y él se lo ganen, para que no dependan de nadie y no tengan que tragar sapos. Por lo pronto, que decida qué postura va a tomar y que la sostenga o perderá credibilidad seriamente.
Y para terminar, está Horacio Duarte. Otro al que no le alcanzó el capital político para ser candidato y pretende llevarse los reflectores a la mala y de manera grosera.
No pierde oportunidad para ser ofensivo y hasta violento con Alejandra del Moral, disque en nombre de su candidata y la democracia. Francamente ayer rayó en lo burdo con una respuesta infantil a la invitación de Del Moral a Delfina Gómez para debatir.
Ya es momento de que reconozca y respete la calidad e independencia de la candidata y se haga a un lado para que ella haga lo suyo.
Total, reiteramos, a río revuelto…