Es interesante darse cuenta como muchos políticos no consiguieron evolucionar al ritmo del país y ni siquiera se han dado cuenta de que van en dirección opuesta a la realidad, o de plano dejaron de avanzar.
Los ejemplos más claros están en Morena, donde añoran el presidencialismo férreo, el “sí señor” en su máxima expresión.
El presidente supo allegarse de gente que le ayudó en campaña a comprender cuál era la dirección a la que se dirigía el mundo de las comunicaciones y cómo aprovecharlo, lo que le valió, sumado a una serie de errores catastróficos del entonces partido en el poder y otras condiciones, el tan anhelado triunfo en las elecciones presidenciales.
Lo que el presidente no entendió bien, y al parecer muchos otros políticos tampoco, es que la realidad es muy diferente hoy a la de hace 30 o 60 años y que la política debe adaptarse a ella y no al revés.
López Obrador, y muchos como él, están enfrascados en una guerra política al estilo de antaño y se equivocan, mucho hemos cambiado. Pero hay personajes más anquilosados y peligrosos, aunque sean jóvenes, en las filas de su partido.
Cuando uno ve a algunos políticos mexiquenses, del PRI, de Morena, del PAN y de otros partidos querer tratar al electorado como en los años 60, lo primero es agradecer que sigan por ese camino, así nos aseguramos que pronto serán letra muerta, pasado.
Y es que circulan por ahí resultados de “encuestas” surgidas de cualquier mente creativa que no sirven para nada.
Si a alguien impresionan con el resultado de un “estudio de opinión” surgido de algún asesor ocurrente, merecido se lo tiene quien les crea.
Lo cierto es que los estudios de opinión sirven, principalmente, -en estos casos- para que los políticos tengan claridad de cuál es su realidad, y hacia dónde debe moverse. Vale la pena presumir de un resultado positivo en ciertos momentos, sobre todo, si es real.
Dicho lo cual, hoy en día, ni las declaraciones triunfalistas -como las de Morena- ni las encuestas multicolores que presumen hasta sin metodología, definen nada hasta que la verdadera batalla comience.