Según el INEGI, más del 79 por ciento de los negocios establecidos en el Estado de México son irregulares. Y todavía hay que esperar a ver lo que ocurre cuando salgamos de la pandemia.
Este es un grave problema que afecta a todo mundo. Por una parte, están los usuarios que compran o consumen en esos lugares sin saber que no cumplen con las condiciones regulares básicas. Cuando ocurre un problema, todo se complica para obtener soluciones.
Luego, están las autoridades, que no recaudan lo que se debería y eso daña su capacidad para responder a sus obligaciones.
Pero, en peores condiciones, los trabajadores que no obtienen de estas empresas la cobertura de seguridad social y prestaciones que la ley señala.
Sería interesante averiguar a profundidad cómo es que hemos llegado a ese punto, en el que la mayoría está en la irregularidad y buscar la forma de llevarlos al orden, por el bien de todos.
Pobre campo
El campo es uno de los sectores más golpeados por la reducción de recursos federales destinados a los estados y municipios.
El presidente López Obrador ha decidido concentrar en tres programas el dinero que antes atendía todos los sectores y luego se lo vende a la gente como combate a la corrupción.
Lo cierto es que no acabó con la corrupción, ni está claro donde está todo el dinero que antes fluía a las entidades y casi todos los sectores quedaron descobijados y sin recursos. La desaparición de los fideicomisos fue la estocada final.
En el caso del campo, hablamos de cientos de millones de pesos que dejaron de llegar a productores de todo el país.
Ahora, el campo está en una crisis tremenda de la que cada vez más difícil parece que puedan salir y en el caso mexiquense, el gobierno estatal ha salido al quite con algunos apoyos y programas.
Sin embargo, es urgente un plan en firme para sacar adelante a los pequeños productores porque están por desaparecer y la pandemia acelera ese proceso.