Hacia adelante
Este fin de semana le dió el IEEM a Delfina Gómez la constancia de mayoría como gobernadora electa del Estado de México, un mero trámite en realidad, pues el triunfo estaba confirmado.
De todos modos, es una ceremonia importante que ya la pone en la ruta final hacia el inicio de gobierno, en septiembre.
Por lo pronto, ya dijo que están trabajando en el proceso de entrega recepción y en la conformación del equipo de trabajo.
Fuentes cercanas aseguran que la pretensión es cambiar de jefes de departamento para arriba y eso implica una enorme cantidad de personas.
Del círculo cercano no se sabe mucho aún, solo que está trabajando muy de cerca en ello la gente que armó el primer equipo del presidente López Obrador y de la ex jefa de gobierno Claudia Sheinbaum.
Lo que sí dejó claro la mandataria electa fue que no quiere que el discurso de su gobierno esté plagado de reproches. Es momento de construir, corregir y dar resultados. Eso deseamos todos y necesita el Estado de México.
Clientelares
La cantidad de mexicanos en pobreza no disminuye, por el contrario, aumenta.
Sin embargo, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador le apuesta a la misma fórmula que tanto criticó: los programas clientelares.
El problema es que durante varias décadas se han invertido decenas de millones de pesos en programas asistenciales en todo el país, con resultados magros, por decirlo de manera amable.
En cambio, en políticas productivas, como las derivadas al campo, a las PyMES a la dotación de servicios que atraigan la inversión o a la disminución de trámites para la apertura de empresas parecen importar poco.
Pero al presidente López Obrador lo que menos le importa es el crecimiento del país.
Por desgracia, decenas de programas que estaban destinados a la promoción de micro y pequeñas empresas, a la investigación, a la promoción de inversiones, al apoyo a emprendedoras y emprendedores, al turismo e incluso al campo, se fueron por la borda para apoyar los proyectos de lucimiento del nuevo sexenio.
Mientras, la tan famosa austeridad y el combate a la corrupción fueron las grandes promesas de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador para resolver la problemática social de este país tan lastimado por décadas de olvido y que apostó a un gobierno de izquierda con la esperanza de recibir respuesta a sus anhelos de mejorar las condiciones de vida de millones de mexicanos en pobreza desde hace generaciones y, al final, lo único que ha obtenido es pan y circo.
Martha González Aguilera