Desilusión presupuestal
Contra todo pronóstico, el primer año de la gobernadora Delfina Gómez le tocará un presupuesto de aportaciones federales cortas, menores a lo que esperaban.
Tanto que ya prevén los legisladores de Morena la posibilidad de aumentar impuestos y la solicitud de préstamos.
Bien dicen que no es lo mismo ser borracho que cantinero. Como oposición, los de Morena hicieron fiesta negándose a aprobar los presupuestos del sexenio anterior, en particular las solicitudes de créditos, a pesar de que las obras, en su mayoría, eran complementarias para los proyectos residenciales en torno al AIFA.
Ahora, veremos como se resuelve este asunto, esperemos que los diputados de la actual oposición sean más conscientes y no tomen como rehén político el presupuesto, como antes lo hizo Morena.
Llama la atención que, en el primer año de gobierno, no tendrá la gobernadora Delfina Gómez la manga ancha en materia presupuestal, para un arranque espectacular de su gobierno, pero parece que el apoyo del presidente no incluye ese rubro, sólo consejos y ornato, con las visitas a Palacio Nacional y las fotos con funcionarios federales.
Para el líder de la bancada priísta y presidente de la Jucopo, Elías Rescala, este es un momento coyuntural, le toca fijar una postura y asumir el liderazgo de la oposición o alinearse y bajar la cabeza. Veremos.
Por cierto, quien los viera, los líderes de las bancadas acudieron muy ordenaditos al Palacio de Gobierno a escuchar los planteamientos de la mandataria estatal.
Irresponsables
El Estado de México es un motor económico a nivel nacional, esto lo lleva a ser una de las entidades que reciben más personas de otras partes de la República, se habla de aproximadamente 100 mil mexicanos que anualmente se asientan aquí, lo cual crea un crecimiento demográfico que rebasa la media nacional. Además, hay que sumarle el demográfico natural propio.
Esto requiere servicios que crezcan al ritmo de la población, para atender sus necesidades, vías de comunicación, hospitales, escuelas, servicios públicos, mismos que están considerados en el Plan Estatal de Desarrollo Urbano.
Y es que ya hemos visto que la planeación urbana no es el fuerte de los municipios, ni su principal preocupación a la hora de otorgar permisos. El Valle de México con su crecimiento descomunal y desordenado a partir de mediados de los 80 es una muestra clara de lo que los ayuntamientos pueden hacer de tener esa responsabilidad en sus manos.
Baste saber que actualmente más del 80 por ciento de los municipios no cuentan con planes de desarrollo actualizados y en muchos de ellos los conjuntos urbanos son un desastre.
Lo cierto es que cada vez menos los gobiernos municipales están en capacidad -al parecer tampoco en interés- de organizar, prever o planear.
Tal vez es momento de que el gobierno del Estado recupere liderazgo en este sentido, para tratar de retomar el orden perdido hace décadas.
Martha González Aguilera