Acecho a los municipios
A pesar de que es un secreto a voces que la delincuencia organizada acecha a las autoridades municipales, las presiona y se colude con algunas de ellas, ahora es más difícil encontrar el camino conjunto para hacer una estrategia común, pero al parecer la Secretaría de Seguridad y la propia Fiscalía han encontrado formas de colaboración, a pesar de la diversidad.
Las autoridades municipales son las que más padecen de las amenazas, ataques y cohecho de este tipo de grupos de delincuencia, pues están más vulnerables.
Las corporaciones municipales no tienen el número de elementos, ni el armamento ni la capacitación necesaria para enfrentar estas amenazas por si solas. Si no lo consigue el gobierno federal con todas sus capacidades, cómo podrán los municipales.
Desde luego que es necesario que se determine con investigación las responsabilidades de los involucrados y saber si hay más que los despedidos, en posiciones más altas.
Lo que esta situación demuestra es la urgencia de sanear las corporaciones policiales municipales, de fortalecerlas con capacitación, herramientas y mucha más potencia, que les permita estar en posición de defenderse.
Hoy en día, estas agrupaciones están conformadas en su mayoría por gente sin experiencia, sin conocimientos ni entrenamiento, que se unen a esta labor porque no encuentran otras opciones laborales.
Esa es una constante en municipios pequeños, mientras que en otros casos, en los grandes, se convierten en nidos de corrupción y delincuentes de carrera, que permanecen por años disfrazados de policías, cuando son una amenaza contra la sociedad.
Es evidente que el trabajo en equipo da buenos resultados y que todos los niveles de gobierno deben involucrarse, pero hay que replantear la forma en que vemos a las corporaciones municipales o seguirán siendo un riesgo.
Irregulares
Los empresarios están tratando de sobrevivir a los efectos de la pandemia, las reglamentaciones -algunas inaplicables- y, además, a la competencia desleal que significa la actividad irregular, que en estos años de pandemia ha crecido desbordada.
En cualquier colonia puede uno toparse con puestos improvisados en sus propias casas o autos. Mercados y tianguis que nacen al amparo de la necesidad de un día para otro en cualquier colonia. Lo que se había avanzado contra el comercio de este tipo se perdió por completo.
Ya no solo el problema son las grandes mafias de comerciantes ambulantes, sino que se trata de ciudadanos comunes que no tienen empleo gracias a la pandemia, no les alcanza con el ingreso familiar o encontraron que convenía más esta actividad que un trabajo mal pagado y sin prestaciones sociales.
Luego de la pandemia será necesario hacer un recuento para conocer las condiciones en las que nos quedamos, pero el panorama no es nada alentador, porque estas pésimas condiciones no son producto de la pandemia nada más, ya las traíamos arrastrando.
Por lo pronto, es urgente que los gobiernos municipales hagan su parte y empiecen a revisar que este tipo de comercio al menos cumpla algunas medidas sanitarias básicas, para que no sigan siendo focos de infección.
Martha González Aguilera