Misógino
En un acto machista y ruin, un acosador anónimo aseguró que la diputada priista, Melissa Vargas, es el exalcalde Raymundo Martínez.
En lonas colgadas de puentes peatonales con la imagen de la diputada y el ex alcalde juntos, con la leyenda “Melissa es Raymundo”.
Luego, supuestos “reporteros” se dedicaron a difundir fotografías de la fechoría, sabían que no tendría mayor efecto en los puentes.
Es increíble que pese al trabajo que miles de mujeres hacemos todos los días, permanezca esta forma de “hacer política”. No sólo es un ataque político, sino uno con carga misógina y bastante bajo, al el pretender acusar que la larga trayectoria de la diputada Vargas se reduce a pertenecer al ex alcalde.
Pareciera que, para algunos, el trabajo político que las mujeres han hecho en el Estado de México no cuenta, y que lo que vale es a qué hombre le pertenecen.
Más allá de filias partidistas, debemos tener claro que las mujeres se han ganado su lugar por mérito propio en la política y en todos los ámbitos.
En todo caso, está claro que a alguien le preocupa que ella compita por la candidatura a la alcaldía, ¿por qué será?
Inseguridad
En las semanas recientes hemos tenido en el Estado de México incidentes que nos ponen de golpe y porrazo de frente a nuestra realidad en cuanto a seguridad.
El caso de los polleros -que recién aparecieron con vida, en un afortunado e inesperado giro de la historia- y de los hechos en Tlatlaya, no se dan aún por terminados y siguen apareciendo cadáveres en fosas aquí y allá en el Valle de Toluca.
Sin embargo, son en realidad muestras de la descomposición sistemática que ha sufrido la seguridad en nuestra entidad desde hace varios años y que ahora tiene sumida en el miedo a toda la entidad.
Ya si le agregamos el horror del robo a transporte público, los feminicidios, las desapariciones, hablamos de que esperaríamos que nuestras autoridades estuvieran movilizadas con la misma energía y contundencia que lo hace la delincuencia, pero no, prefieren minimizar los problemas y hacer como que no pasa nada.
Lo peor, habría que empezar por revisar a nuestros cuerpos policiacos. En el ámbito estatal, pareciera que la Secretaría de Seguridad está más preocupada por cuestiones de imagen que de operatividad.
En estos días queda al descubierto lo que todos sabemos y nadie resuelve: las corporaciones municipales están fuera de control y en la mayoría de los casos ahogadas por la corrupción, mientras la estatal no resuelve.
La gran pregunta es, quién les pondrá en orden. Es claro que sin el mando único y con la garantía del Municipio Libre, el gobierno estatal no tiene atribuciones ni autoridad para intervenir, al menos esa es la justificación.
Sin embargo, entre que la delincuencia organizada es asunto del gobierno federal y que con los cuerpos policiales municipales no se puede intervenir, los ciudadanos vivimos entre dos fuegos, vulnerables, con temor y sin que se vea en el horizonte la posibilidad de mejorar. ¿Así nos vamos a quedar?
Y entonces, ¿cual es la tarea de seguridad que sí desempeña la estatal?
Martha González Aguilera