Ceguera sorda
Las campañas presidenciales avanzan tal como se esperaba, en lo general, sin grandes sorpresas.
La candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, simplona y sin carisma, como es, con ese tono de líder caricaturizado, haciendo gala de lo simplista que se puede volver una campaña cuando ya se tiene el triunfo en el bolsillo, sin grandes esfuerzos ni ideas novedosas, solo seguir como va la cosa, continuidad es la apuesta.
Mientras, por otro lado, Xóchitl Gálvez, con una derrota tan anunciada como segura, pero haciendo un esfuerzo titánico por llamar la atención, por aglutinar el desencanto -que lo hay-, sin conseguir del todo vencer la apatía de un país ya sin grandes esperanzas, después de lo fallido del último sueño democrático que ha fallado en más de un rubro.
Así pues, cada una hace lo que se esperaba y el resultado no parece muy prometedor. Sin embargo, esta semana la candidata oficialista tuvo declaraciones que preocupan y no deben desdeñarse. De todo lo malo que plantea, esto es lo peor.
Y es que Sheinbaum asegura que ha recorrido el país y lo que ha encontrado es alegría, entusiasmo “quiere la oposición decir que hay miedo. No. No es lo que yo he visto”, dice, como si la campaña la estuviera haciendo desde el país de las maravillas.
Lo cierto es que el miedo campea de norte a sur en este pobre país en el que no parece haber autoridad ni ley.
Un México sembrado de cadáveres sin identificar y plagado de madres buscadoras a las que ni recibe el presidente ni atiende autoridad alguna.
Los únicos que las escuchan son los huesos que en su camino terrible encuentran, propios y extraños, mientras que los malos, los delincuentes, son los únicos que les hacen caso, para matarlas sin pudor.
Esas voces a las que cada día se suman más, más pueblos, más ciudades, más entidades que viven presas del terror, paralizadas por la sinrazón.
Mientras, la candidata oficialista, la que seguramente ganará con la fuerza del Estado, simplemente no las escucha. Como diría aquel tristemente célebre político “ni nos ve ni nos oye”.
Martha González Aguilera