El valor del transporte
Hace unos días en el Congreso mexiquense fue aprobada la ley del transporte, misma que tiene una serie de recovecos y rincones oscuros que la hacen interesantes.
Sin embargo, de eso no se habló mucho, al menos no en público, tal vez porque lo importante era poner el foco en otro lado.
En inicio, se diría que hay mucho que festejar, pues uno de los sectores que se ha intentado ordenar sin éxito una y otra vez es este.
En ese contexto, uno diría que vale la pena intentarlo cuantas veces sea necesario hasta conseguirlo.
Simplemente en Toluca, estamos en un problema grave, ya que son decenas de miles de autobuses (en su mayoría maltrechos) que circulan por el centro de la ciudad peleando por el pasaje, mientras en la periferia han surgido mototaxis, bicitaxis y taxis colectivos de manera ilegal que nadie vigila ni controla, aunque funcionan en condiciones insalubres, inseguras y hasta peligrosas.
Lo peor, condiciones como esas se replican por todas las regiones del estado, de manera que es más que evidente poner orden.
Así pues, cuando se dio a conocer esta reforma de ley y que incluía subvencionar la compra de vehículos nuevos para los transportistas sin que ellos tuvieran que pagarlos, ni ahora ni en el futuro, pensamos que tal vez sería una estrategia que serviría para obligarlos a entrar en una especie de ordenamiento, pero no.
Resulta que los empresarios, líderes del gremio, que ya no son los de antaño, del régimen tricolor, no tendrán que pagar los camiones, ni están obligados a deshacerse de los viejos, ni a cumplir con algún reordenamiento de bases, de rutas, o algún reglamento básico.
Es más, hace pocos días, la secretaría de Movilidad se sintió presionada para justificar sus intentos de poner en orden al sector.
Lo cierto es que el secretario Daniel Sibaja los conoce hace tiempo, desde la diputación tuvo trato con ellos y ya sabe lo difícil que es tratar con el sector.
Es decir que el “pulpo transportista” recibirá camiones nuevos, gratis, sin alguna exigencia de por medio, en pleno periodo electoral. ¿A qué le suena, amigo lector? Es como un deja vu.
Es un reto mayúsculo, el secretario lo sabía hace tiempo, así que no es una sorpresa y ahora le toca padecerlo o darle la vuelta y capitalizarlo.
Martha González Aguilera