Confianza, transparencia y crítica como puntos de partida
El pasado 16 de febrero quedó integrado el Comité Técnico de Evaluación que se encargará de encausar los trabajos de elección de perfiles para la integración de las cuatro quintetas de las personas que serán electas para ocupar las vacantes dentro del Consejo General del INE, incluida su presidencia. La encomienda exige confianza, transparencia y una visión crítica permanente sobre sus acciones y omisiones.
Confianza: La conformación del Comité Técnico se encuentra regulada constitucionalmente y privilegia la integración de perfiles plurales y de prestigio reconocido. Si bien es cierto puede cuestionarse su afinidad o lejanía con ideologías oficiales u opositoras, no lo es menos que todas y todos sus integrantes han aportado talento y conocimiento a la vida pública de nuestro país.
María Esther Azuela Gómez, Sergio López Ayllón, Ernesto Isunza Vera, Araceli Mondragón González, Enrique Galván Ochoa, Evangelina Hernández Duarte y Andrés Norberto García Repper Favila serán los encargados de demostrar que es posible construir acuerdos desde la pluralidad y que por encima de sus convicciones personales se encuentra la convicción de construir una institución electoral sólida, independiente y dialogante. La confianza es el punto de partida, pero no un cheque en blanco, serán sus acciones y omisiones las que les doten o resten legitimidad a sus acciones y decisiones.
Transparencia, pues el artículo 41 fracción V, apartado A de nuestra Constitución exige que este Comité no sólo revise el cumplimiento de los requisitos constitucionales y legales de las y los aspirantes que se inscriban al proceso de selección, sino que evalúe la idoneidad y conocimientos de las personas aspirantes; el objetivo: remitir una lista de las y los candidatos mejor evaluados para ocupar el cargo. En este sentido, sus determinaciones tendrán más fuerza en la medida que sean claras para todas y todos, que el escrutinio juzgue y encuentre respuestas de propios, extraños y hasta de opositores.
Crítica, que no es sinónimo de oposición o denostación del proceso electivo, sino genuino interés de mejorarlo y robustecerlo. La ciudadanía dará un voto de confianza en los trabajos que el Comité ha iniciado y al mismo tiempo debe ser vigilante de que cada etapa del proceso se cumpla con la mayor pulcritud normativa y técnica; se trata, en el fondo, de que el Comité Técnico sea capaz de explicitar las razones de sus decisiones y que éstas convenzan por su fuerza argumentativa. La crítica habrá de ayudar para señalar los errores y dará -al mismo tiempo- la oportunidad de corregirlos, en ánimo de encontrar los mejores resultados.
La democracia mexicana actual exige participación y atención ciudadana; las instituciones electorales y las personas que les conforman requieren entender que la democracia no les pertenece como tema exclusivo y que construirla exige una mayor cercanía al espacio ciudadano. Se requiere una autoridad dispuesta a entender la democracia desde las calles y no sólo desde las aulas, capaz de construir conocimiento -no sólo aspirar a compartirlo- esperando crítica y no aplausos…
¿Cuántos perfiles están dispuestos a no ser eruditos, sino emisores del reclamo que la sociedad tiene para con su democracia? ¿Se privilegiarán las habilidades y conocimientos de las y los aspirantes o veremos el criterio partidista como eje rector de las decisiones? ¿Se apostará al azar -con dados cargados- o al consenso basado en la pluralidad técnica que no ideológica? El árbitro de nuestra democracia importa porque su apego a la legalidad y su prudencia serán claves en la consolidación o muerte de nuestra -aún- naciente democracia.
Por: Fernando Roberto Zúñiga Tapia
Twitter: @ZuFerTapia