El pr�ximo 10 de abril nuestro pa�s ser� testigo de un ejercicio ciudadano in�dito: la primera consulta respecto de la revocaci�n de mandato del presidente de la rep�blica; �A qu� nos conducir� este ejercicio m�s all� de su consecuencia inmediata (revocaci�n, o no) del ejecutivo federal?�
La revocaci�n de mandato tuvo repercusiones y consecuencias desde su aprobaci�n constitucional. El presidente cumpli� con su promesa de proponer y legislar un mecanismo para que la ciudadan�a tenga el derecho de solicitar revocar el mandato a sus gobernantes, tanto a nivel federal como local.��
Si bien es cierto que la revocaci�n requiere de la petici�n ciudadana, parece marcarse el inicio de una era donde las y los gobernantes deber�n preocuparse por sus niveles de popularidad (que no significa buenos resultados de gobierno) y por sus bases pol�ticas; gobernar y ser oposici�n se tratar� -m�s que antes- de permanecer en campa�a, con todo lo que ello implica.��
La segunda consecuencia consisti� en forzar -desde la presidencia- desencuentros con las autoridades electorales; el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federaci�n han sido objeto de cuestionamientos y cr�ticas p�blicas; se ha puesto en duda su imparcialidad, se presentan como instituciones caras, con corrupci�n y opuestas al pueblo (ese que se asume como eterno aliado de la denominada cuarta transformaci�n).��
Pero los desencuentros no son el objetivo, sino el medio para alcanzar un fin: una reforma electoral profunda que implique cambios fundamentales en el sistema pol�tico y jur�dico mexicano.��
En palabras del propio presidente, se trata de remplazar a las autoridades electorales actuales y establecer un nuevo mecanismo de selecci�n de sus titulares (elecci�n por voto directo); centralizar (a�n m�s) el control de las elecciones estatales, desapareciendo a los organismos electorales locales; reducir el margen de acci�n de los partidos pol�ticos, disminuyendo el dinero p�blico que reciben, y reconfigurar el sistema de contrapesos para hacer m�s chicas a las minor�as, modificando -o desapareciendo, de ser posible- la figura de los plurinominales.��
La tercera consecuencia consisti� en reforzar la presencia de la figura del presidente en todo el territorio nacional, especialmente en aquellos estados donde las elecciones se acercan; para nadie es ajeno el despliegue publicitario (espectaculares, bardas, lonas) y de las bases pol�ticas (personas caminando las calles de nuestro pa�s) que se han movilizado con la consigna de �ratificar� el mandato de L�pez Obrador.��
La revocaci�n de mandato parece haber cumplido las expectativas de sus creadores, aun sin haberse realizado. La cereza en el pastel ser�a alcanzar la ratificaci�n en el mandato con un resultado vinculante, es decir que la participaci�n de la ciudadan�a sea al menos del 40% de las personas inscritas en la lista nominal de electores.��
Pero este ejercicio no tiene la intenci�n de reelegir a L�pez Obrador, se trata de un intento de detonar el nacimiento de un nuevo r�gimen pol�tico y jur�dico, cuyas caracter�sticas iniciales parecen m�s autoritarios que democr�ticos. La propuesta del ejecutivo consiste en contar con nuevas reglas del juego que permitan mantener el control y aspirar a la hegemon�a pol�tica �las y los ciudadanos permitiremos que esto suceda?�
Por: Fernando Roberto Z��iga Tapia�
Twitter: @ZuFerTapia�
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