El Frente Amplio por México
De su proceso al daltonismo político de su responsable
El pasado domingo, 3 de septiembre, la oposición política mexicana reunida en torno del Frente Amplio por México, entregó a Xóchitl Gálvez su constancia como responsable de la construcción de dicho frente rumbo a la elección presidencial de 2024. El evento principal fue realizado a los pies del Ángel de la Independencia, en la Ciudad de México, y tuvo ecos en los diferentes estados del país.
El primer punto de reflexión gira entorno de su proceso de selección. La promesa consistía en que la ciudadanía tendría el protagonismo y la decisión respecto de la persona responsable; el diseño electivo incluía encuestas (copiando el método del partido oficial) y una votación directa entre las personas que se hubieran inscrito en la plataforma donde se enunciaron los apoyos a las candidaturas (representando una innovación y distancia del método oficialista).
La realidad es que la ciudadanía no fue la protagonista del proceso de selección del frente. Desde el momento del registro de las candidaturas, los partidos políticos fueron quienes estuvieron en el centro de la discusión pública. La cancelación de la elección proyectada para el 3 de septiembre sólo ratificó que la voluntad dominante en el proceso de selección fue la política, no la ciudadana. ¿De verdad se construirá una alianza con todas y todos?
El segundo punto de reflexión oscila en el discurso y los mensajes que Xóchitl Gálvez mandó desde el evento del domingo. Si bien es cierto asumió la encomienda cobijada de azul, tricolor y amarillo, no lo es menos que el protagonismo no giró en torno a los partidos políticos integrantes del frente. La palabra se cedió a la sociedad civil: Cecilia Flores, una madre buscadora; Elsa Ortigosa, una mujer emprendedora, y Nicolás Olguín, un representante indígena tuvieron uso de la voz en el evento. El color rosa se hizo presente y el mensaje de Xóchitl incluyo una frase potente: “Políticamente soy daltónica, solo veo un color, el color de México”
La tarea de Gálvez no es sencilla: sumar sin dividir; además, requiere de las y los mejores talentos para lograrla. Los partidos políticos tendrán sus intereses y deberán ser escuchados y atendidos, después de todo se requiere de su operación política, de sus bases y de su representación ante las autoridades electorales para defender al movimiento.
Por su parte, la ciudadanía exigirá el protagonismo que se le ha prometido tantas veces y tendrá que ser considerada como agente real en la toma de decisiones. Hay que convencer a amplios sectores de la sociedad para sumarse a la causa, especialmente a los más alejados de la política.
La operación que comienza requiere inteligencia política, sensibilidad social y atino en el trato. Para los partidos políticos, la ruta de salida puede consistir en la negociación del resto de las posiciones políticas que se juegan en 2024. Bien repartidas, garantizarán el enfoque de esfuerzos y fortalezas en las diversas zonas del país. El primer paso, es mirar a la elección en su conjunto.
Para la ciudadanía, no hay más camino que garantizar su participación en todos los espacios donde se tomen decisiones y -además- la inclusión de perfiles verdaderamente apartidistas, que no apolíticos, para construir el discurso y la acción que prometió ser “políticamente daltónica”.
Xóchitl tendrá que buscar el justo medio a la mexicana: “ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre” … ¿lo logrará?
Por: Fernando Roberto Zúñiga Tapia
Twitter: @ZuFerTapia