El fen�meno del feminicidio se ha convertido en un gran problema social en nuestro pa�s y particularmente en el Estado de M�xico.�
Si bien M�xico se inserta en esa realidad global que limita la vida de las mujeres, en el pa�s ha adquirido proporciones ins�litas en las �ltimas tres d�cadas.�
La violencia que se vive en algunas regiones traspasa los l�mites de seguridad p�blica, la educaci�n o la salud.�
A partir de la d�cada de noventa, el n�mero de mujeres y ni�as v�ctimas de asesinato comenz� a elevarse en toda la Rep�blica. Tan s�lo en el lapso entre 1990 y 2000 se registraron 15 mil 341 muertes de mujeres con presunci�n de feminicidio.�
El Estado de M�xico no escapa a la din�mica nacional. Las condiciones socioecon�micas, culturales, y el panorama institucional que en la entidad se re�nen, favorecieron un clima permanente de inseguridad y violencia que encontr� en las mujeres mexiquenses al eslab�n m�s d�bil de la sociedad.��
El Estado de M�xico ocup� r�pidamente los primeros sitios en los conteos especializados sobre violencia, impunidad, e inseguridad. De 1990 a 2011 fueron asesinadas m�s de 7 mil mujeres en el estado; los casos comenzaron a hacerse visibles ante el mundo.�
Seg�n la investigadora Nayeli S�nchez Rosales, en su trabajo �Genealog�a del Feminicidio como Problema P�blico en el Estado de M�xico�, asegura que la cultura machista se transmite a trav�s del ambiente social, de los principios patriarcales que rigen a las principales instituciones sociales y pol�ticas; es decir, existe una institucionalizaci�n del dominio masculino.��
Por otra parte, los patrones se reproducen tambi�n en el entorno familiar, no solo por parte de los varones, sino tambi�n por parte de las mujeres.�
Dice que las mujeres que se contraponen a los estereotipos de los papeles femeninos pueden crear en los hombres una crisis en relaci�n con la imagen que tienen de s� mismos, circunstancia que puede colocarlas en un estado de vulnerabilidad frente a quienes se sienten desafiados por su conducta.�
Advierte que la pobreza tiene un papel preponderante en la existencia del feminicidio como fen�meno en la entidad. La marginaci�n y la pobreza son condiciones que caracterizan a las zonas donde ocurren la mayor�a de los feminicidios.�
En la Encuesta Nacional sobre la Din�mica de las Relaciones en los Hogares, el�Inegi�revel� que 66 por ciento de las mujeres que participaron, mayores de 15 a�os, enfrentaron al menos un incidente de violencia en la vida.�
Tambi�n revel� que despu�s del hogar, el segundo �mbito con m�s violencia son los espacios p�blicos, calles, plazas, parques o transporte p�blico, sitios en donde 38.7 por ciento de las mujeres han experimentado alg�n tipo de violencia, como intimidaci�n, acoso, manoseo, abuso o violaci�n.�
En el �mbito laboral, el panorama es alarmante, tres de cada 10 mujeres han experimentado violencia sexual o discriminaci�n por su sexo y la brecha salarial revela que las mujeres ganan 33 por ciento menos que los hombres por realizar el mismo trabajo.�
ONU Mujeres proclam� el d�a 25 de cada mes, el D�a Naranja, como un llamado a actuar de los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, la academia, los medios de comunicaci�n y la ciudadan�a. Pero principalmente a la poblaci�n joven, para generar conciencia de la magnitud del problema y el derecho a vivir una vida libre de violencia.�
Tambi�n a sumar esfuerzos para afrontar la violencia que nunca cesa, que se vive en el �mbito p�blico y en privado, de diversos tipos y modalidades en contra de las mujeres.�
Se trata de asumir un compromiso social, de visibilizar todas las formas de violencia en contra de mujeres y ni�as y combatir este fen�meno que encuentra su expresi�n m�xima en el feminicidio.�
Diana Mancilla �lvarez�