Para dar un encuadre al tema que se refiere es necesario esbozar, al menos, dos planteamientos: el primero es que, a partir de dos mil doce, cada once de octubre se conmemora el d�a internacional de la ni�a con el objetivo general de visualizar los problemas particulares que enfrentan, entre los que destacan la doble discriminaci�n que sufren en raz�n de g�nero y por su edad; el segundo consiste en que cuando se ponen sobre la mesa temas electorales (como lo pueden ser el ejercicio del derecho al voto o la erradicaci�n de la violencia pol�tica en raz�n de g�nero), se hace referencia casi en exclusiva a la ciudadan�a, es decir, a toda persona que tiene dieciocho a�os o m�s, por lo que da la impresi�n de que a quienes no han cumplido esa edad no se les debe considerar en los trabajos o pr�cticas democr�ticas.
En ese orden de ideas, surge la reflexi�n de qu� es lo que nuestro modelo democr�tico est� haciendo para incluir a la ni�ez y a la juventud que en determinado momento alcanzar�n la calidad de ciudadan�a; esto es, c�mo se les prepara para que en el momento que obtengan tal calidad puedan exigir y ejercer con plenitud sus derechos pol�tico-electorales y de esa manera participar activamente en la toma de decisiones fundamentales para la sociedad, como los son las cuestiones pol�ticas.
Frente a un panorama en el cu�l una posible reforma electoral ha sido el centro de atenci�n, es importante que se analice de manera profunda si nuestro sistema democr�tico debe incluir acciones dirigidas a ambos grupos para que, por un lado, se les incluya y se les otorgen las herramientas para entender cu�les ser�n no s�lo sus derechos, sino tambi�n sus obligaciones al cumplir la mayor�a de edad, as� como la importancia de, respectivamente, ejercerlos y cumplirlas.
Por otro lado, tambi�n se debe revisar qu� se est� haciendo para que desde temprana edad se les proporcionen las bases de una sociedad igualitaria y democr�tica. No basta con tener programas y legislaci�n en temas electorales que s�lo atienden a la ciudadan�a. Se deben realizar acciones enfocadas en la ni�ez y juventud para que cuando se incorporen a la adultez sea posible que contribuyan a que las desigualdades y brechas en el ejercicio de los derechos se eliminen o, al menos, disminuyan. Es evidente que para la construcci�n de un pa�s democr�tico debemos actuar en muchos m�s terrenos que solamente en el de la legislaci�n electoral.
En ese marco, a prop�sito del d�a internacional de la ni�a, veamos esta conmemoraci�n como una oportunidad para reflexionar acerca de las tareas pendientes de nuestra democracia hacia ese grupo particular, as� como respecto a la ni�ez en general y actuar en consecuencia. Es sustancial tener presente que la democracia es mucho m�s que s�lo una forma de gobierno o modelo social y debe incluir la participaci�n de todas y todos. Al final, la democracia es de y para toda la sociedad mexicana.
Consejero Electoral, Francisco Bello Corona