Con la invitación a que los fieles católicos se acerquen a Jesús y vivan su fe de manera constante y con alegría, el vicario de la Arquidiócesis de Toluca, Antonio Hurtado Carmona, ofició la misa de Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, en el Jueves de Corpus Cristi, en la Catedral de San José.
La autoridad eclesiástica dijo que se debe celebrar la presencia del señor entre los feligreses y sentirlo cerca.
“Él les habla, los escucha, atiende sus necesidades y transforma sus vidas. El señor siempre está con nosotros y quiere que nosotros siempre estemos con él por ello ahora que estamos aquí, entorno al altar de la eucaristía, démosle gracias y pidámosle que nuestra oración llegue hasta él, que él atienda esa oración y que nos ayude siempre a reconocerlo, a adorarlo, a alimentarnos de él y a compartir los frutos de cada eucaristía con nuestros hermanos y hermanas”.
Conminó a los feligreses a no hacerlo por rutina, sino convencidos desde la fe de que necesitan el alimento espiritual que da vida y llama a buscar la conversión del corazón.
“Que así como cuando comemos un sabroso alimento y compartimos qué comimos o a qué restaurante fuimos, que así podamos decir: hoy me alimenté del cuerpo y de la sangre de Jesús. La invitación es a que se acerquen y lo busquen”.
El vicario general recordó que hace más de 50 días, el Jueves Santo, los católicos se congregaron para contemplar el momento en el que Jesús rodeado de sus discípulos quiso celebrar la cena de Pascua, aunque sabía que había llegado su hora, de acuerdo con el rito judío se reunió con la familia de los discípulos y celebró la última cena.
El vicario Hurtado Carmona afirmó que la presencia de Jesús se siente cada vez que se come el pan y se bebe el vino, a través de la ostia.
“Jesús dijo tomen esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes, esta es mi sangre que se derrama por ustedes y pronunció unas palabras muy importantes que dan pie a la celebración cotidiana de la eucaristía, Jesús les dijo: siempre que tomen de este pan y beban de este cáliz háganlo en memoria mía y yo estaré aquí. Él es el pan vivo que ha bajado del cielo”.
“Todo aquel que tiene hambre y coma de este pan, no volverá a tenerla, todo aquel que tenga sed y beba de este vino, tendrá siempre sí a este cordero que se ha entregado”.
Al término de la misa se llevó a cabo la procesión con el Santísimo Sacramento por el atrio de Catedral donde se colocó una estación para oraciones y letanías para Jesús sacramentado. De ahí, el vicario se dirigió con el Santísimo Sacramento a la capilla donde se venera a San Juan María Vianey, patrono de los sacerdotes, donde oraron por los sacerdotes, obispos y el Papa Francisco. En esta procesión participaron, además de los sacerdotes y el vicario, los niños con atuendos de inditos acompañados de sus padres y abuelos.
Finalmente, los asistentes a la celebración, los niños caracterizados de inditos, y algunas imágenes fueron rociados con agua bendita.
Karina Villanueva