A lo largo de la vida nos dicen nuestros padres, profesores y amigos mayores a nosotros, que nunca se deja de aprender, que la enseñanza es una acción permanente y personal que en todas las etapas de nuestra existencia está presente.
En los tiempos presentes el aprendizaje y la actualización son en muchos ámbitos, una necesidad primordial y permanente. Todos hemos escuchado y usado la famosa frase: “en mis tiempos….”, en referencia a lo que a cada uno de nosotros nos tocó ver o escuchar siendo quizá jóvenes, o a las prácticas sociales extendidas socialmente y que eran mayoritariamente aceptadas como buenas o decentes y que forman parte de un pasado muy probablemente ubicado en el lejano siglo XX.
Musicalmente hablando podría referir que en mis tiempos, el pop, el rock pop o el heavy metal eran lo que más escuché como gusto propio y ante la influencia de mis grandes amigos que como yo, gustamos de esa música surgida entre los sesentas, setentas y especialmente, en los increíbles ochentas que nos alcanzan con su increíble vigencia hasta nuestros días y que los jóvenes de hoy también disfrutan.
Sin embargo, musicalmente hablando, queridos cinco lectores, para esos jóvenes las joyas arqueológicas de los 60’s a los 90’s son intrascendentes para quienes hoy encuentran la refinación y aceptación de otros como ellos cuando escuchan música de banda, narco corridos, regetón y a interpretes como Rauw Alejandro o Peso Pluma.
Y claro nosotros o muchos de nuestra época diremos al borde del escándalo “en mis tiempos sí había música”, cómo nos decían a su vez, nuestros padres o abuelos que encontraban en Pedro Infante, en Frank Sinatra o en las grandes orquestas la verdadera música y no en unos jóvenes greñudos que se hacían llamar “Los Beatles”.
Hablando del conocimiento, en nuestros tiempos, lo adquiríamos de nuestros maestros, de nuestros padres y claro, de los libros y de las famosas enciclopedias que hoy sólo se usan para darle una bonita decoración a los libreros, que por cierto, también ya son actualmente una rareza y que se pueden encontrar o en los museos y si bien nos va, en “Casa de las Lomas”.
En estos tiempos, el conocimiento lo siguen adquiriendo los educandos en las escuelas, de los maestros pero escasamente de los libros, ese bien maravilloso que para los más jóvenes es como tener lumbre en las manos. Ah pero San Google, un dispositivo inteligente o Youtube, sacan a cualquiera de apuros y de la ignorancia para conocer, entender o hasta fabricar y cocinar lo que se nos ocurra y por supuesto, acceder al conocimiento, cualquiera que esté sea.
El internet de las cosas es lo que une prácticamente a todo el planeta. Se hacen millones de transferencias bancarias diariamente, se compran boletos de avión o entradas para cualquier concierto en el mundo entero, se hace la lista del supermercado en la cadena minorista de su preferencia y los artículos llegan a casa o pueden ser recogidos en la tienda de su preferencia en el horario más cómodo.
En mis tiempos eso era imposible. En 1985 Christopher Lloyd y Michel J. Fox fueron protagonistas de la cinta “Back to the future” que anticipó hace casi 40 años muchos de los gadgets que hoy usamos cotidianamente en la mayoría de los países con un desarrollo económico y cultural aceptable; la película dibujaba una sociedad del futuro con múltiples avances tecnológicos y un estilo de vida alto para la sociedad norteamericana.
Como en 1985, México atraviesa por una serie de problemas en su economía y en su relación con los Estados Unidos de Norteamericana pero como en esos años, vivimos un ambiente político de regresión. En vez de ver hacia el futuro, nuestra clase mayoritaria ve al pasado, hacia 1985 o antes.
Quienes gobiernan, ven hacia atrás porque, o no están preparados para dar el salto al futuro o porque es más fácil y cómodo destruir a construir.
Hoy, en la actualidad, los avances en la defensa de los derechos humanos a nivel global han tenido importantes logros, lo mismo que en la defensa del cuidado y la preservación del medio ambiente. Sin embargo, en nuestro país, la defensa del medio ambiente y los derechos humanos se encuentran en entredicho, al igual que la rendición de cuentas y la transparencia en el ejercicio de los recursos públicos, así como el respeto a la ley.
“En mis tiempos”, había un respeto a las leyes y estás eran el límite para los gobernantes que estaban rodeados de expertos en derecho, que ejercian el respeto a la ley con su mayoría legislativa pero mantenían un respetuoso diálogo con sus pares.
En mis tiempos se buscaban instituciones que dieran soluciones a los enormes problemas de infraestructura y buscaban un desarrollo equilibrado de las regiones del país.
Ojalá encontremos pronto el rumbo en conjunto y no dejemos en manos de una sola persona el rumbo del país. Así lo establece la Constitución en el artículo 49 de la Carta Magna, el cual prohíbe la concentración del Supremo Poder de la Federación en una persona o corporación.
Así son mis tiempos ahora, una amenaza mayor, en los tiempos de la posverdad.
por Alfredo Martínez
Editorial