Martha Gonz�lez Aguilera
El riesgo que todas corremos
Ayer, otra vez manifestaciones feministas en Toluca y en Ciudad de M�xico y hoy habr� de nuevo. El fin de semana, una en Cuautitl�n M�xico que fue violentada por polic�as municipales con balas de goma y gas lacrim�geno. Al inicio de la semana en Canc�n con disparos de arma de fuego las fuerzas del orden repelieron a la gente que protestaba por el asesinato de una joven.
Uno conoce de la respuesta de algunas autoridades, de las posturas pol�ticas, o de la sociedad civil, en rechazo a estas manifestaciones por los da�os que causan en las plazas o edificios y no queda claro si se han enterado a cabalidad de la raz�n de las protestas.
En el Valle de Toluca este fin de semana hubo tres feminicidios, pero s�lo se suman a una larga lista de otros casos. Ahora en muchos de ellos vemos ya la actuaci�n de la autoridad, no del todo inmediata ni suficiente, pero est�n las investigaciones y las denuncias.
Hay leyes mas duras para castigar a los feminicidas, hay mecanismos de denuncia y de prevenci�n, informaci�n por todos lados y, de todos modos, la violencia no se detiene.
Desde luego que no se trata de restar responsabilidad a las autoridades, pues hay muchos, demasiados pendientes y lejos estamos de poder decir que han hecho lo que les toca.
Sin embargo, cada mexicano y mexiquense en lo personal, cada familia, mujeres y hombres, tendr�amos que estarnos preguntando qu� pasa con nuestra sociedad que a un joven con apenas la mayor�a de edad le parece sencillo terminar un noviazgo con el asesinato de su pareja.
C�mo es que a alguien le irrita m�s una movilizaci�n que el asesinato y desaparici�n de mujeres como una condici�n permanente en nuestra cotidianidad.
Ser� que debemos acostumbrarnos calladamente a que las mujeres sean v�ctimas de novios, padres, hermanos, esposos o desconocidos como si nada pasara.
Este s un problema grave que urgentemente requiere ser visible para que encontremos soluci�n en conjunto, esa es la raz�n de las movilizaciones, lo verdaderamente importante, m�s all� de si se destruyen edificios, paredes o cristales.
Es una desgracia, pero hay que decirlo, a cualquiera le puede pasar, sea cual sea su condici�n social, econ�mica, laboral, edad, fisonom�a, costumbres o forma de vida, por lo que es un problema de todos, pues en todos los hogares hay mujeres y todas, absolutamente todas, somos vulnerables en las condiciones que hoy vivimos.