El�actual�proceso electoral�nos ha mostrado que el principio de paridad de g�nero no se ha terminado de consolidar y que a�n�nos�queda mucho camino por recorrer.�En este sentido, ha sido notorio�que, entre otras cuestiones,�en la integraci�n de los��rganos�colegiados�existen m�ltiples criterios�e interpretaciones del referido principio�por parte de las autoridades administrativas y jurisdiccionales, tanto a nivel local como federal.�A guisa de ejemplo, se ha podido observar que en los cuerpos que�se integran tambi�n mediante listas de�representaci�n proporcional,�la paridad se puede�alcanzar si se determina que los�primeros�lugares de�esas�listas sean�ocupados por�mujeres;�sin embargo, este tipo de medidas�no ha sido�suficiente, por lo que mientras no se legisle al respecto, debemos�seguir�instrumentando�acciones afirmativas e interpretar�la normatividad�de manera�que se armonice el principio de paridad de g�nero con los dem�s principios constitucionales que rigen la materia electoral.�
Por el otro lado, si bien M�xico puede sentirse orgulloso de ser un pa�s pionero por tener legislaci�n en materia de paridad de g�nero,�e incluso porque �ste�sea un principio constitucional,�no debemos perder de vista que hasta el momento nos hemos concentrado en que�la paridad�sea alcanzada a trav�s de cuotas�de g�nero�para que�los n�meros y porcentajes, tanto�en la�postulaci�n�de candidaturas�como en la integraci�n de �rganos colegiados,�sean lo m�s cercanos al cincuenta por ciento�para cada g�nero.��
Sin embargo,�hay un aspecto que poco se ha estudiado�y discutido: si�los avances en�la paridad�de g�nero�lograda a trav�s de cuotas tambi�n�ha�contribuido�para�que la sociedad vea que tanto hombres como mujeres tienen las mismas capacidades y�derechos.�No debe perderse de vista que�la perspectiva de g�nero es un problema social y cultural que no se agota en la materia electoral ni en�la posibilidad de�ocupar cargos p�blicos, sino que�debe permear en todas las�actividades humanas y�estratos sociales, ya sean del �mbito p�blico o privado.��
En�este�sentido,�considero que son muy positivos�los esfuerzos,�trabajos y capacitaci�n que se realiza por parte de los organismos electorales,�mediante sus programas de educaci�n c�vica, pero si no logramos que como sociedad en su conjunto (gobierno,�sector privado y�ciudadan�a) hagamos nuestro el principio de paridad de g�nero, no lograremos que M�xico tenga una�aut�ntica�democracia.�
Desde luego, lograr�apropiarnos de este principio�pasa por el sistema educativo nacional y, necesariamente, por nuestro modelo econ�mico y social�como pa�s.�Recordemos que el�principio de�paridad de g�nero�busca, finalmente,�lograr�la igualdad de�oportunidades�para todas�las personas, m�s all� de�su g�nero,�toda vez que,�por el solo hecho de�ser persona,�se�debe contar con los mismos derechos y oportunidades.�
Consejero Electoral, Francisco Bello Corona�