Están por empezar las campañas en el Estado de México y, con ellas, la verdadera guerra.
Ahora sí Delfina Gómez deberá entrar a la competencia y medirse con su contrincante, Alejandra del Moral.
Deberán ambos equipos estar preparados para la madre de todas las batallas y seguramente hay muchas sorpresas por venir.
Se prevén traiciones a gran escala, y cambios de bandera por debajo del agua, de ambos lados. Va a ser una campaña intensa y una batalla campal, porque ahora sí cada voto cuenta.
Veremos si las candidatas consiguen quedarse al margen de toda esta mala política y se enfocan en las propuestas.
El Estado de México tiene muchos y muy diversos problemas, así como oportunidades. De eso queremos escuchar, cómo utilizar lo bueno para vencer lo malo.
Los mexiquenses no queremos una guerra de insultos, dimes y diretes y discursos huecos. Queremos una campaña de altura, con propuestas claras, propuestas de solución y, sobre todo, buenas ideas.
Libertad
El presidente ha sentido últimamente cada vez más lo incómoda que puede ser la prensa libre y el pueblo libre.
Él mismo se ha jactado de no tener injerencia en los medios de comunicación tradicionales, los ha dejado libres, dice, y está por entender por qué sus antecesores preferían llevar la fiesta en paz.
Y es que no hay nada más peligroso que medios de comunicación a los que no les frenan los intereses de una buena relación con tal o cual personaje.
El presidente está por averiguar lo interesante de la prensa libre: no tiene dueño y sí mucha audiencia.
Entenderá que hubiera tenido que rodearse de puros santos para salir bien librado de sus embates contra los medios formales.
Lo cierto es que hay lectores para todo y de todo tipo, pero la prensa formal siempre es peligrosa, en especial si es libre.
Así pues, este repentino arranque de nostalgia por los medios convencionales a los que ha despreciado, solo puede significar que ha entendido la fuerza que pueden tener.
Ahora que ya siente que está por dejar el poder y empieza a perder influencia, necesita más aliados.
Está tratando de justificar su mala racha con un poder enorme de los medios, que según él, quitan y ponen presidentes.
Probablemente esa sea su intención, pero no queda más que decirle que debió fijarse de quien se rodeaba antes de dejar los demonios sueltos.